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Eso mismo le sucede al protagonista del libro. Cuando el cactus de su hermano murió, no sabía qué podía hacer para ayudarlo. Lo que necesitaba él era un chiste, para pensar en otra cosa. Pero eso mismo... no le sirvió cuando murió el perrito de su cuidadora, ni cuando murió el hámster de su clase. Así, el protagonista va aprendiendo que cada persona necesita algo diferente. Y eso está bien.